miércoles, 11 de agosto de 2010

Cómo creo que debería ser una narración

Una narración ha de ser como un bocadillo. Desde el primer mordisco debes paladear algo más que pan, pues éste, representa las palabras que acompañan las emociones, las cuales a su vez son parte del añadido. Como puedes ver, no hay uno sin el otro. En caso contrario, dejaría de llamarse bocadillo.

Cuando se aviene el hambre, las salsas y demás condimentos dejan de ser necesarios. Escribe para los hambrientos, pero no te olvides de los saciados.

Por último, procura que sea fácil de engullir, dejando a cada bocado un agradable regusto. Respecto a la digestión, si ha de ser pesada, al menos que merezca la pena.

lunes, 9 de agosto de 2010

Me gusta leer

martes, 8 de junio de 2010

Vence tus miedos

La verdad es políticamente incorrecta

Aunque parezca increíble, la verdad siempre ha sido políticamente incorrecta. Nadie quiere saber qué ocurre realmente, sólo aceptamos nuestras propias verdades. Algo así como sacar una foto del mapamundi y que los países posen con sonrisas forzadas. Porque la foto y el gesto es lo que cuenta; qué más da el testimonio real... ¿A quién le puede importar?.

No hace mucho el presidente federal de Alemania, Horst Köhler, tuvo que dimitir por justificar el uso de los intereses comerciales y económicos de su país en Afganistán. ¿Pero es que la sociedad cree realmente que somos tan buenos como para promover continuamente misiones de paz?. ¿Alguien me puede decir en qué consisten y qué se puede obtener a cambio?. Porque eso era lo que querían escuchar los periodistas alemanes y la opinión pública, una mentira en definitiva, y tiene gracia que por decir la verdad haya tenido que dimitir.

¿Qué espera la gente entonces?. ¿Que todo siga como hasta ahora y podamos dormir tranquilos por las noches en paz con nuestra conciencia?. Increíble y triste a la vez.

viernes, 7 de mayo de 2010

El Ser desagradecido

Sí, ese Ser abunda por doquier así que..., mucho cuidado. Todo comienza con un plañido, seguido de angustia e impotencia; cuando al fin nos tiene enternecidos tanta desventura, dispara presto y directo al corazón su solicitud. Y ahí finalizan sus lisonjas, no se volverán a ver más, ni siquiera para agradecer la ayuda prestada.

Podemos concluir lo siguiente: quien exagera al punto de hacernos ver lo mal que le trata la vida, y cómo podríamos remediar su dolor, busca al primer tonto capaz de resolverle la papeleta. Interpretar esto de otra forma es engañarnos sobremanera.

Cuando sucede una vez, vale, nos la metieron doblada y punto. Pero caer de nuevo en la trampa tiene delito, ya no digamos si fuese la misma persona; aunque bueno... nosotros alguna vez le hemos fallado a alguien, es verdad, y también no hemos sabido agradecer algunos favores como debiéramos. No obstante, yo me refiero en esta entrada a quien tiene por costumbre aprovecharse de la amistad o del parentesco en pos de sus intereses, haciéndose el mártir y la víctima. Repito otra vez, cuidadín cuidadín.

Sólo nos queda seguir siendo fieles a nuestra filosofía de vida y mentir, sí, mentir para no quedar mal con nadie. Si eres sincero y le dices que es un vago, que se ponga a estudiar en vez de dejarle los apuntes, a ojos de todo el mundo eres un cabrón, pero si dices que los tienes prestados o los tienes en sucio y qué pena que no puedas ayudarle, entonces sigues siendo buena persona. Oh, pero ¿cómo podemos llegar a estos extremos donde el que es aprovechado, siempre tiene la excusa perfecta, mientras los que nos tenemos medianamente por legales y cumplidores debamos inventarnos excusas para no parecer - y encima suena gracioso - desagradecidos?. El tiempo dará o quitará razones, también los favores.

martes, 27 de abril de 2010

Elogios al lienzo desnudo

Dignas de elogiar, sean todas aquellas obras de arte merecedoras de encomio por su belleza en la composición, evocación de sentimientos varios y clara cuenta de sus intenciones. Precipitarse a otorgar la eternidad de alabanzas no conviene, pues ganaría un brillo injusto lo que debería refulgir por sí mismo. Y ahí es adonde voy con esta mi reflexión. Una obra de arte, calificada como tal, debe verse libre de especulaciones que acrecienten su valor, ha de poder causar admiración allá donde camine, sobreponerse a las modas y sobrevivir al olvido de tanta colección en serie; lo demás son elogios al lienzo desnudo.

¿Cuántas veces hemos despertado en los demás y a su vez sido víctimas, de una sobrecogedora expectación por un libro, una película, un cuadro o un artículo; sin hacer honor luego tales elementos a las buenas críticas recibidas?. ¿Tendrá la culpa el marketing o la pluma del escritor, el ignorante expectador que ha pagado un dineral por ir al cine o las pocas luces del director unido a la falta de un guión decente, la sala principal del MOMA destacando un rectángulo amarillo con manchas bermellonas o la sangre como elemento primigenio de una cultura en los albores de su existencia (de ahí el color áureo del astro rey) que nadie ha entendido, la opinión de un jubilado amigo del redactor jefe opinando sobre los jóvenes que son unos vagos o el que aparezca en la sección central de críticas?. Todo lo del MOMA era broma eh...

Con gran disgusto y pesadumbre veo cómo todos los días acaparan fama ciertos artistas new age, que tendrán una visión de la realidad seguramente más... vamos a decir transgresora que el resto de los simples mortales, pero en nada llegan a equipararse a los grandes maestros de antaño. Sufren del mal de las multitudes o adicción al barullo y peloteo, viajan constantemente en busca de la inspiración divina, dan por sentado ciertos preceptos alejados del entendimiento común e incluso buen gusto; y así nos va con ellos. Por favor, hago un llamamiento a la cordura; quien desee probar las mieles del éxito en cualquier variante de composición artística, no se haga el entendido en dar valor al humo, procure pasar más tiempo afinando el instrumento y crear buenas partituras. Nuestros oídos lo agradecerán.

lunes, 26 de abril de 2010

Una bonita puesta de sol

De todos los espectáculos que puede ofrecernos la Madre Naturaleza, sin duda éste merece ser elogiado por los tiempos de los tiempos. Invita a la reflexión más que cualquier acontecimiento cotidiano. Nos conmueve sobre manera, permite ver lo nunca visto dentro y fuera de nosotros. Aleja tensiones, disipa las dudas, favorece la reconciliación, aclara malos entendidos, reporta sosiego y no deja nunca de asombrarnos.

Muchas veces el ejercicio de la reflexión no estriba en qué darle vueltas para mejorar y progresar como personas civilizadas; se refiere más bien a encontrar el momento oportuno donde nuestro cuerpo y mente estén en absoluta serenidad, y así llegar a conclusiones correctas no condicionadas. Algunos optan por la meditación, otros por irse a la playa y también los hay quienes mezclan ambos. Pero vamos, quien dice playa puede decir monte, y la meditación no ha de ser para nada algo esotérico; basta con relajarnos y dejar que la mente divague a su antojo, sin cortapisas de ningún tipo. El resto es cosa de ella, dejémosla a su entera libertad sin centrarnos para nada en concreto, pronto daremos cuenta de los buenos resultados que su práctica concede.

Por poner un ejemplo del mundo occidental, más concretamente de nuestras islas Canarias, ahora vienen las fiestas de mayo, más adelante el verano, luego las Navidades, Fin de Año, Carnavales, Semana Santa y volveremos al día de hoy pasado un año. Siempre algo en mayor o menor medida se repite, para bien o para mal, pero debemos salirnos de esa espiral si queremos establecer un punto de inflexión. Estamos imbuidos de muchos "comportamientos de temporada", donde en el verano o Semana Santa o Fin de Año, haríamos lo que no haríamos en otras épocas. ¿Por qué?. La respuesta la debemos de buscar en nosotros mismos, pues aunque el resto del mundo se vuelva loco y no atienda a razones, ¿no deberíamos de continuar guiados por nuestro GPS particular, el cual nos marca dónde estamos y adónde queremos llegar?.

Conclusión: olvídate de la época del año y sus prejuicios, adopta posturas propias alejadas del ánimo del resto, y para ello, nada mejor para resetar la mente que una bonita puesta de sol.