sábado, 20 de febrero de 2010

Acerca del mantenimiento

Últimamente estoy aprendiendo mucho sobre el mantenimiento del automóvil. Que si la presión de los neumáticos, que si los cambios de aceite, las pastillas de freno, etc... Todavía no salgo de mi asombro porque empiezo a leer manuales sobre el tema y parece casi un milagro el funcionamiento diario de un coche. Te sorprendería la cantidad de cosas que puedes llegar a aprender y que por supuesto son bastante útiles. Normalmente se deben hacer revisiones periódicas, cambiar varios elementos en función del kilometraje y luego la famosa ITV (Inspección Técnica de Vehículos) cada cierto tiempo. De esta forma prevenimos más que curamos y logramos una conducción más segura. En caso de avería, al menos tendríamos alguna idea de porqué nos hemos quedado parados en la cuneta; pero si sabemos cómo salir del paso por lo menos para llegar hasta la gasolinera más próxima, pues mira por dónde tiene sentido aprender ciertas cosas que parecían aburridas.
Me pregunto si podríamos hacer una analogía entre el mantenimiento de nuestro vehículo y nosotros mismos. Por lo pronto, creo encontrar algunas similitudes. Separando el cuerpo de la mente en este caso, ¿alguna vez hemos revisado nuestra mente?, ¿tiene sentido hablar de un hipotético mantenimiento?.
Obviamente no me refiero a cambiar neuronas desgastadas por otras más sanas y más fuertes, ni tampoco a remplazar nuestro cerebro por otro más joven, engrasado y resistente. Simplemente planteo la posibilidad de nosotros mismos detenernos al menos una vez al año, cerrar los ojos e intentar vaticinar el futuro próximo según el presente. De esta forma podríamos hacer los cambios oportunos y evitar males mayores. A lo mejor evitaríamos una incipiente depresión como consecuencia de nuestros malos hábitos. Puede que nos decidamos a alejar de nuestro lado aquellas amistades que contaminan nuestra forma de entender el mundo y ser felices. Quién sabe, puede que el aceite que mantiene el motor bien lubricado sea una vida sana exenta de drogas, repleta de fruta y buenos alimentos. ¿Y si el líquido refrigerante fuese una escapada a la playa o al monte de vez en cuando, para evitar que el estrés (temperatura del motor) no suba demasiado?. ¿Acaso conducir por carreteras mal asfaltadas (la mala vida) no estropea los neumáticos en demasía y luego podríamos tener un pinchazo (quizás en el corazón)?.
Eso sí, me encanta la idea de hacerme yo mismo una revisión y luego repararme gratis, o no.

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