martes, 27 de abril de 2010

Elogios al lienzo desnudo

Dignas de elogiar, sean todas aquellas obras de arte merecedoras de encomio por su belleza en la composición, evocación de sentimientos varios y clara cuenta de sus intenciones. Precipitarse a otorgar la eternidad de alabanzas no conviene, pues ganaría un brillo injusto lo que debería refulgir por sí mismo. Y ahí es adonde voy con esta mi reflexión. Una obra de arte, calificada como tal, debe verse libre de especulaciones que acrecienten su valor, ha de poder causar admiración allá donde camine, sobreponerse a las modas y sobrevivir al olvido de tanta colección en serie; lo demás son elogios al lienzo desnudo.

¿Cuántas veces hemos despertado en los demás y a su vez sido víctimas, de una sobrecogedora expectación por un libro, una película, un cuadro o un artículo; sin hacer honor luego tales elementos a las buenas críticas recibidas?. ¿Tendrá la culpa el marketing o la pluma del escritor, el ignorante expectador que ha pagado un dineral por ir al cine o las pocas luces del director unido a la falta de un guión decente, la sala principal del MOMA destacando un rectángulo amarillo con manchas bermellonas o la sangre como elemento primigenio de una cultura en los albores de su existencia (de ahí el color áureo del astro rey) que nadie ha entendido, la opinión de un jubilado amigo del redactor jefe opinando sobre los jóvenes que son unos vagos o el que aparezca en la sección central de críticas?. Todo lo del MOMA era broma eh...

Con gran disgusto y pesadumbre veo cómo todos los días acaparan fama ciertos artistas new age, que tendrán una visión de la realidad seguramente más... vamos a decir transgresora que el resto de los simples mortales, pero en nada llegan a equipararse a los grandes maestros de antaño. Sufren del mal de las multitudes o adicción al barullo y peloteo, viajan constantemente en busca de la inspiración divina, dan por sentado ciertos preceptos alejados del entendimiento común e incluso buen gusto; y así nos va con ellos. Por favor, hago un llamamiento a la cordura; quien desee probar las mieles del éxito en cualquier variante de composición artística, no se haga el entendido en dar valor al humo, procure pasar más tiempo afinando el instrumento y crear buenas partituras. Nuestros oídos lo agradecerán.

lunes, 26 de abril de 2010

Una bonita puesta de sol

De todos los espectáculos que puede ofrecernos la Madre Naturaleza, sin duda éste merece ser elogiado por los tiempos de los tiempos. Invita a la reflexión más que cualquier acontecimiento cotidiano. Nos conmueve sobre manera, permite ver lo nunca visto dentro y fuera de nosotros. Aleja tensiones, disipa las dudas, favorece la reconciliación, aclara malos entendidos, reporta sosiego y no deja nunca de asombrarnos.

Muchas veces el ejercicio de la reflexión no estriba en qué darle vueltas para mejorar y progresar como personas civilizadas; se refiere más bien a encontrar el momento oportuno donde nuestro cuerpo y mente estén en absoluta serenidad, y así llegar a conclusiones correctas no condicionadas. Algunos optan por la meditación, otros por irse a la playa y también los hay quienes mezclan ambos. Pero vamos, quien dice playa puede decir monte, y la meditación no ha de ser para nada algo esotérico; basta con relajarnos y dejar que la mente divague a su antojo, sin cortapisas de ningún tipo. El resto es cosa de ella, dejémosla a su entera libertad sin centrarnos para nada en concreto, pronto daremos cuenta de los buenos resultados que su práctica concede.

Por poner un ejemplo del mundo occidental, más concretamente de nuestras islas Canarias, ahora vienen las fiestas de mayo, más adelante el verano, luego las Navidades, Fin de Año, Carnavales, Semana Santa y volveremos al día de hoy pasado un año. Siempre algo en mayor o menor medida se repite, para bien o para mal, pero debemos salirnos de esa espiral si queremos establecer un punto de inflexión. Estamos imbuidos de muchos "comportamientos de temporada", donde en el verano o Semana Santa o Fin de Año, haríamos lo que no haríamos en otras épocas. ¿Por qué?. La respuesta la debemos de buscar en nosotros mismos, pues aunque el resto del mundo se vuelva loco y no atienda a razones, ¿no deberíamos de continuar guiados por nuestro GPS particular, el cual nos marca dónde estamos y adónde queremos llegar?.

Conclusión: olvídate de la época del año y sus prejuicios, adopta posturas propias alejadas del ánimo del resto, y para ello, nada mejor para resetar la mente que una bonita puesta de sol.

sábado, 24 de abril de 2010

Justificar y justificarse

Buenas preguntas y suculentas respuestas se dan cita, al cuestionarse seriamente el porqué de varios comportamientos; eso sí, hechas en silencio y a uno mismo, no vale hacer trampas. Hoy probaremos con justificarse a pesar de la evidencia (cuando sólo vemos las cosas desde la nuestra propia), y quizás para aliviar tensiones, el justificar a las demás. Así que... cerremos los ojos y a intentar encontrar el freno que me impide progresar en esta vida puñetera y corrupta hasta la bilis. El primro en darse cuenta aventajará luego a los demás, pues supongo todos queremos mejorar sí o sí. El llamado freno merece ser examinado con detenimiento, desde muchos años atrás si fuese necesario, y al llegar a desnudarlo mucho cuidado con el miedo tipo caja de Pandora, seamos valientes y aguantemos nuestras propias y más duras críticas; a partir de aquí, todo será más fácil. El paso siguiente versa sobre cómo cambiar, pues aunque los libros de autoayuda tengan frases cojonudas diciéndote que todo es posible, el saber cómo importa y mucho. Una vez hecho lo que acabo de contar, que nadie va a hacer ni yo tampoco, el principal escollo es cambiar. ¿Y por qué cambiar nos cuesta tanto, aún sabiendo por qué somos como somos?. La respuesta sigue estando en la palabra justificar. Por muchos libros de monjes y ferraris, ratones buscando queso o superaciones desde el más allá, si al final te dices a ti mismo: yo es que soy así... entonces no te molestes en seguir leyéndonos, pásate a otro género. Venga... no quiero ser muy duro con esta reflexión pero para cambiar algo de nuestras vidas, debemos poner toda la carne en el asador, sin justificarse a corto plazo por ser débil, inocente o no se me da bien.

Y ahora, por dejar atrás el nuestro purgatorio, hablemos de justificar a los demás. Si lo haces, al menos procura ser consciente. Todos nos enamoramos, sufrimos por alguien o le tenemos en alta estima, pero justificar sus actos deplorables porque una venda invisible tapa lo evidente, tarde o temprano se paga. Ya saben... ni vivir engañados pero tampoco hacernos los sinceros en todo, sigamos buscando el ansiado equilibrio...

jueves, 22 de abril de 2010

¿Qué persigue el escritor?

No hace mucho tiempo he visto en televisión un reportaje sobre best sellers, con la inestimable aportación personal de escritores conocidos mundialmente. Algunos eran sinceros y me sorprendieron sus palabras cargadas de humildad, otros en cambio concedían excesiva importancia a los gustos de los lectores, abrumados por la idea de defraudarlos en la próxima entrega. De EEUU, Reino Unido, Alemania, Francia... cada cual daba consejos a los escritores noveles, aquellos a ser tenidos en cuenta en un futuro. Pero lo más alucinante, para rematar el reportaje aunque cada cual lo verá desde ua perspectiva diferente, fue una especie de casting entre agentes literarios (en un hotel de Nueva York) para captar nuevas promesas. Tenían poco más de cinco minutos cada uno, esperando pacientemente en hilera, para sentarse frente a una persona y contarle sobre qué trataba su obra. Fue gracioso por no decir otra cosa como lamentable, ver cómo habían sujetos con ganas de hacer caja ipso facto, sin importarles otras muchas cosas puestas en juego a la hora de plasmar ideas o sentimientos. - Aquí se trata de entrar en la lista de los diez más vendidos, y así seré más chachi que nadie, me da igual el resto. Me invento una historia con unos personajes simpáticos, decididos y cojonudos y a vender ejemplares como churros -. ¿Realmente esto es así de deprimente?. Por no hablar de los cursos literarios de andar por casa, que ponen en tus manos una serie de herramientas para desarrollar una trama pero no transmiten al alumno el gusto por la belleza de las expresiones, para mí fundamental.

¿Qué persigue el escritor?. Al margen de buscafortunas y éxito fácil, un escritor de los de verdad - y esto es totalmente subjetivo - deberá estremecerse con cada expresión acertada de su novela. Sus personajes han de ser tan reales a sus lectores como lo es él mismo, y eso se consigue humanizándolos con defectos y fracasos. Conversaciones más agudas y sentimientos puestos en boga harán el resto, porque cuidanto al detalle la construcción de frases sin rellenar por rellenar, leer se convierte en un placer y no en mera distracción.

Puede que más adelante yo también me anime, pero de momento me entreno con el blog. Ahora sólo persigo vuestros excelentes comentarios.

miércoles, 21 de abril de 2010

El maquillaje

Por lo pronto, hay de todo con respecto al maquillaje, diversas opiniones para cada gusto. Yo intentaré abordar el tema desde la perspectiva de corregir defectos, o al menos disimularlos...

¿Por qué nos maquillamos?, y no me refiero a embadurnar caras hasta evitar su transpiración. ¿Necesario es a toda costa vernos perfectos?. ¿Nos aporta felicidad depurar nuestras imperfecciones, o es la aceptación de la sociedad lo que perseguimos sin más?. Ahora, en base a los cosméticos, ¿tan a disgusto estamos con nosotros mismos como para recelar del espejo y de los demás, sin un punto de carmín, brillo, rímel,...?

Un buen experimento a realizar, mas que una reflexión, sería probar un día, uno cualquiera, salir a la calle en condiciones desacostumbradas y ver qué ocurre. No es necesario extremarse en el abandono corporal, pongamos límite a la higiene personal y en no provocar el sudor. Con el pelo algo alborotado pero sin pasarse, la cara de recién contacto con el agua fría del lavabo, sin más añadiduras, ropa discreta, algo espesos y dormidos. Ir a trabajar como de costumbre, saludando al resto de compañeros, (bueno, es verdad que algunos trabajos "obligan" a maquillarse a sus empleados, pero imaginemos uno donde no sea así), a los clientes y al que se tercie. ¿Nos mirarían igual?. ¿El trato es acorde a como otro rostro los hubiera atendido o desayunado con ellos?. Todavía no he llegado a ponerlo en práctica pero me cuesta creer que sí. Somos muy de fachada, el interior sólo cuenta para después de haber afianzado la relación; si te llevas luego una desagradable sorpresa ahí te quedas, con tus llantos y lamentos hablándole a un cerebro en paro, sin ganas de volver al tajo, ¡qué le vamos a hacer!. Ya no sé si es necesidad o arrogancia, búsqueda de la felicidad, aceptación o aprecio, pero revestir hocicos ayuda, ayuda a entrar por los ojos.

En fin, una vez más claudico frente a la apariencia sin otorgarle más importancia que la de iniciar el primer paso. El resto será cosa de batallar día a día por la supervivencia de la pareja, donde el amor siempre maquilla los defectos del otro.

martes, 20 de abril de 2010

Cambio de hábitos

No me refiero en este caso al famoso hábito del monje, donde el refrán deja bien claro cómo las apariencias no pueden otorgar el ejercicio; encamino los pasos hacia el modus vivendi en sí mismo.

Al margen de sesudos estudios realizados por las más prestigiosas universidades, para darse cuenta cómo hacer ejercicio físico por la mañana nos beneficia de forma diferente a si lo hiciéramos por la noche, yo abogo por experimentar cada uno en sus carnes un cambio de hábitos. Desayunar algo diferente a lo habitual, en horario desacostumbrado, recorrer el camino hacia el trabajo por rutas diferentes, hacer eso mismo adoptando nuevas posturas, no sé... pocos cambios pero a la larga ir elevando su número y naturaleza. ¿Qué pretendemos lograr con todo esto?. Pues para empezar, por un lado ejercitar de nuevo el cerebro volviendo al modo manual, rechazando el piloto automático. ¿No te das cuenta de que frente a los mismos estímulos y sensaciones día tras día, encima éstas todas predecibles, evitamos asociar ideas y conceptos, aprender nuevos conocimientos y todo se convierte en comportarse por inercia?. También conseguimos volvernos más atentos, observadores y curiosos. ¿Quién se fija detenidamente en los detalles cuando siempre circula, lee o elucubra por los mismos caminos?. ¿Nunca le has dicho a alguien: es verdad, siempre he pasado por aquí y nunca me había dado cuenta?. La observación es una aliada incansable, inagotable, rejuvenecedora y gratificante. Con ella aprendemos más y mejor, porque no es un conocimiento leído sin más o la palabra del profesor en base a su experiencia; somos nosotros quienes fijamos nuestra atención, concedemos prioridades y establecemos relaciones. Primera conclusión: el cambio de hábitos favorece la observación, un hábito perdido hasta entonces, valga la redundancia.

¿Podríamos extraer más conclusiones sobre los beneficios de la cuestión que nos ocupa?. Bueno... yo por lo pronto encuentro satisfacción a la hora de enfrentarme con nuevos retos, nuevos conceptos y diversidad de cosas por aprender. Hacer algo diferente de vez en cuando siempre viene bien, nunca se sabe... Eso sí, uno de los hábitos que no pienso renunciar es el de la reflexión. Espero ustedes concuerden conmigo.

lunes, 19 de abril de 2010

Mucho cuidado con la depresión

Una de las mejores reflexiones que podemos hacer por siempre jamás, es la que abarca el tema de la depresión. Cuando la motivación desaparece y los días se suceden uno detrás de otro como si nos importase, sin esperar nada bueno de ellos, hay que preocuparse; o mejor dicho, reflexionar.

A veces viene sin avisar, de improviso, cuando menos te lo esperas. Otras, es el final lógico de una serie de sucesos encadenados. Da igual. Inhibe nuestras posibilidades de ser felices y nos puede causar mucho daño. Reconocerla siempre debe ser el primer paso, y aunque esto parezca trivial muchos se sorprenderían de la cantidad de personas que la sufren y no se dan cuenta de ello. Luego, identificar a ser posible la causa de la misma, sin agobios y siendo sinceros con nosotros mismos. Si no damos con una respuesta a esta pregunta, no pasa nada. Vale más poner remedio a un problema y luego con calma estudiar sus causas para evitar su repetición, que perder el tiempo en averiguar cuando nuestra mente no está para averiguar nada. Como ejemplo el hundimiento del Titanic; si el barco se hunde sin remedio procura salvar a la tripulación, ya habrá tiempo de investigar por qué se hundió para que no vuelva a suceder. De esta forma, reconocido el problema identificando sus posibles causas, haremos lo posible por dar pequeños pasos hacia la luz. ¿Qué fácil no?.

Hombre... - y ahora viene la verdadera reflexión - fácil no es, por supuesto. Nada es fácil o difícil hasta que lo intentas. Hacemos a veces una montaña de un granito de arena y nos sobrevaloramos o infravaloramos; sin término medio por lo general. ¿No sería recomendable para evitar posibles depresiones, entender que no siempre vamos a tener éxito, ni tampoco una perpetua melancolía y autocompadecimiento pueden ser beneficiosos?. Vuelvo de nuevo a la carga con el concepto de equilibrio, aplicado en este caso a las emociones. Las montañas rusas no son buenas, desgastan mucho y no alcanzamos la felicidad, sólo la rozamos con los dedos. Ser conscientes de la existencia de futuros errores aún inimaginables, de no ser perfectos, podría ser la clave para no ser tan duros con nosotros y evitar caer presos de la depresión. Por no decir que muchas cosas no dependen al cien por cien de nuestra mano.

Así pues, acepta tus limitaciones y fracasos. Y si tienes que aceptar y superar una depresión, tampoco pasa nada. Suele ser lo normal, a TODOS nos pasa.

sábado, 17 de abril de 2010

Realizarse

¿En qué momento nos sentiremos realizados a lo largo de nuestra vida?. ¿Alcanzaríamos aunque sólo sea una vez un sentimiento de plenitud y apogeo, gracias a la consecución de nuestras más ardientes aspiraciones?.

Podrían ser unos minutos u horas fantásticas, de euforia y rabia desatada, verte de pronto convertido en aquella persona deseada por ti mismo. Una experiencia inolvidable, de esas para recordar durante los últimos momentos con una amplia sonrisa. Pero... ¿cómo sabremos realmente cuándo ha llegado el momento?. ¿Será por acabar un curso o una carrera?. ¿Bien podría ser en el altar, o en la sala de neonatos?. ¿No podemos llegar a la conclusión de que debemos perseguir dicho momento por los siglos de los siglos?. Si nos vamos a conformar con realizarnos por un acto en concreto o el haber cruzado una meta y ganar el oro olímpico, ¿qué ocurrirá después?. ¿Se acabó entonces el poder realizarse, seguir mejorando con la ilusión de nuevas conquistas?. ¿Estamos abocados a permanecer en nuestro pasado más glorioso, viendo pasar los coches recostados en un banco de piedra de una carretera de segunda, bastón en diestra y pañuelos en siniestra?. Yo por lo menos me niego en rotundo, y veo algún día que otro claros ejemplos de nuevas metas y desafíos por parte de los animales y de algunos humanos.

Ahora bien, por otro lado, no se puede alimentar constantemente la ambición por muy sana que parezca. La satisfacción de realizarse concuerda con un conformismo momentáneo, para disfrutar así de un descanso a todas todas merecido; luego vendrán tiempos de planificar estrategias y poner cruces en un mapa. El equilibrio entre lo que hemos logrado hasta el momento, por lo que nos encontramos luchando ahora mismo y los objetivos del mañana, harán que la felicidad pueda alcanzarse a su debido tiempo, sin emborracharnos de ella puntualmente ni aguardar su avenida con desesperación. Es difícil, ya lo sé. Nadie por muchas experiencias a su espalda es capaz de llegar a una armonía en unas y en otras, pero de eso se trata. Conseguirlo ya es un paso importante, valiente y honesto. Aprender a realizarse, sinónimo de realizarse.

viernes, 16 de abril de 2010

Aceptar nuestros límites

¿Hasta qué punto debemos aceptar nuestros límites?. En sí misma, es una cuestión harta difícil de resolver. ¿Debemos ser nosotros quienes establezcamos el alpha y el omega para con nuestros deseos, capacidades y sacrificos?. ¿O será el devenir de los acontecimientos como ha resultado siempre, quien dicte hasta dónde podemos llegar?.

Recurriré a una cita de Jean Guitton para continuar incidiendo en la cuestión: Acepta tus límites por todas partes. El límite da la forma, que es una de las condiciones de la plenitud. Por un lado, aceptar límites quiere decir rendirnos a una postura en parte objetiva y en parte subjetiva, pero no por ello acertada. Si en un momento dado eres capaz de vencer las adversidades en forma de prejuicios y zancadillas, superando barreras y dejando a más de uno boquiabierto, ¿entonces no hemos modificado nuestro límite que se suponía inmutable?. De donde podemos concluir que aceptar límites puede llevarnos a claudicar antes de tiempo, errar en la forma y conformarnos con menos de la plenitud a nuestro verdadero alcance.

Tampoco podemos asemejarnos a los héroes griegos en la verificación de hasta dónde podemos llegar, ni hacer caso de la máxima del circo más difícil todavía. Cuando en la carretera existen límites de velocidad, a pesar de que no son límites para el ser humano intrínsecamente, su finalidad es la de preservar un orden y un equilibrio, previniendo accidentes y conducciones temerarias. Podríamos pues, entender desde este punto de vista, a Jean Guitton, porque de un yo puedo con todo y no le tengo miedo a nada a yo soy un fracasado no valiendo para nada hay un mundo. Aceptar ciertas verdades con gran objetividad, bien podría favorecernos a tomar las decisiones adecuadas en un futuro, dejando a un lado hipérboles y zollipos.

Como se puede ver, no hay límites para establecer los propios. Cada cual deberá actuar según aprecie mejor. El buen limitador que limite, a gusto consigo estará.

jueves, 15 de abril de 2010

Lo necesario y lo superfluo

En la mayoría de los casos podemos discernir entre lo necesario y lo superfluo. Fácil es entender qué es lo más importante de aquello o de lo otro y anteponerlo a lo menos necesario. Sin embargo, no siempre resulta así, bien porque los sentimientos alteran la categoría de las cosas o que en realidad, no sabemos a ciertas alturas qué peso de la mochila es prescindible para lograr con ello un viaje menos fatigoso. Entonces, ¿cómo actuar en esos casos donde no conoces las prioridades a tener en cuenta para la toma de decisiones?. Yo aconsejaría por de pronto, cuando en el tema a tratar convivan sentimientos afectivos y parjas o exparejas, ser sanamente egoístas. ¿Puede haber algo más importante y necesario que nuestro bienestar físico y psicológico?. Otra cuestión será cuando los hijos medien en el conflicto, y es ahí donde otorgaremos prioridad sin dudarlo a su bienestar, al menos en su infancia y juventud, pues en la edad adulta sabrán comprender e incluso apoyar ciertas determinaciones. Si ahora el tema a tratar afecta al futuro, sobre cómo diseñar una buena estrategia para disfrutar de una felicidad bien merecida, la clave podría encontrarse en saber o cómo nos gustaría estar, sino cómo no nos gustaría estar, y así priorizar el gasto de nuestras energías. De esta forma nos olvidaremos de los lujos que siempre acompañan nuestros deseos de triunfar en la vida, y atenderemos mejor la esencia del cambio necesario.

Por poner un ejemplo, ¿qué parte del coche consideramos más necesaria y de igual manera prescindible?. Bueno... el motor por supuesto es necesario, sin él no habría movimiento. Las ruedas bien regladas y contrapesadas también, qué decir de los frenos sobre todo en una cuesta, por no hablar del radiador, la correa de distribucion, etc... Vale, todo esto está muy bien y por otra parte lógico, es más, no podríamos calificarlo como coche si le faltase algo de lo anterior porque no podrí hacer kilómetros (exceptuando los frenos y algo más) pero... al margen de las piezas inherentes, ¿no le daría más importancia a la marca y el modelo, un adinerado soltero de oro en pos de llamar la atención del género femenino, que un jubilado ansioso por volver a conducir y recuperar autonomía falto de guita?. Sabed pues, que tanto el uno como el otro disfrutarán a su manera del mismo tipo de objeto, pero se verán las caras en el taller si por un casual fallase algo de lo necesario. Por lo demás, irá como todo lo superfluo en esta vida, en función del bolsillo de cada uno.

miércoles, 14 de abril de 2010

No es lo mismo educación que cultura

Uno de los grandes errores cometidos hoy en día por numerosos padres trata acerca de confundir ambos términos; muchas veces por ignorancia, otras por vagancia y el resto, por la comodidad de imputarle al profesor o maestro de turno la doctrina de ambas. En todos los casos muy ejemplo reciben los confusos descendientes cuandos sus progenitores desatienden la gratificante tarea por otra parte de mostrarles quién enseña educación y quién enseña cultura. Porque a fe que no es lo mismo y recurriré a la R.A.E para demostrarlo. Para ello tomaré de entre las múltiples definiciones de cada una las propias para esta reflexión. Educación: Crianza, enseñanza y doctrina que se da a los niños y a los jóvenes. Instrucción por medio de la acción docente. Cultura: Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico. Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grados de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc...

Sin entrar en excesivo detalle y hacer de alguna forma la distinción más amena, podemos otorgar a la educación la práctica del docente y la enseñanza de la cultura a la de los padres. ¿Pero, acaso los estudiantes no van a culturizarse a las escuelas y oímos quejas constantemente sobre la falta de educación por parte de sus padres?. Sí, es verdad, pero a esta cultura deberíamos llamarla recibir una educación donde ya se encuentra ésta implícitamente, y la educación de los padres más bien sería educación en valores y enseñanza de modales, comportamiento cívico, etc... No obstante, éstas son mis conclusiones pero acepto otras, basadas en argumentos eso sí, porque de la apreciación que se haga sobre la diferencia entre una y otra mejorará enormemente el clima en las aulas, siempre claro está los padres prefieran civilizar a sus hijos que ver los goles de la jornada.

¿Cómo es que hemos llegado a este punto?. A lo mejor los medios de comunicación como la televisión tienen su parte de culpa, por bombardearnos constantemente con claros ejemplos de dinero y fama fácil, sin esfuerzo ni modales. ¿O la tienen los padres por permitirle ver a sus hijos tanta telebasura cuando no han desarrollado todavía un juicio crítico?. El tiempo algo dirá...

martes, 13 de abril de 2010

Letras vs Ciencias

Parece que últimamente nos gusta separar tanto las distintas disciplinas existentes, como para llegar a decir: yo soy de letras o yo soy de ciencias. Y todo en base a la carrera universitaria cursada o a los estudios de Formación Profesional, que no es lo mismo que aprender un oficio. De esta forma, cerrándonos en banda nosotros mismos, dejamos a un lado al enemigo y nos centraremos única y exclusivamente en nuestra materia. ¿Acaso un ingeniero no puede leer el Quijote y experimentar las mismas sensaciones dando buena cuenta de su belleza literaria, que el más catedrático de los filólogos hispánicos?. ¿Para poder hacer elaboradas esculturas en el garaje de tu casa es necesario haberse licenciado en bellas artes?. ¿Tanto nos sorprende ver a un matemático componer y recitar poesía como comprobar cómo un jardinero estudia física en sus ratos libres?.

Los extremos siempre han sido nefastos para la sociedad, más si cabe cuando llegamos al punto de rechazar nuevos conocimientos por no ser compatibles con los ya aprendidos. Craso error, porque de la variedad de ideas y conceptos surgen nuevas fusiones para seguir deleitando a este mundo, mejorarlo incluso cuando tiene aplicaciones prácticas. No se trata de aprender por aprender tampoco, carecería de sentido, pero una sólida formación en todas las ramas del saber aportarían unos buenos cimientos para la posterior construcción de nuestro intelecto. Hay mucha ignorancia disfrazada de "eso no es lo mío" o "yo no lo estudié". Por eso recomiendo leer de todo un poco, no encerrarse siempre en los mismos autores, mismos géneros y mismos gustos. Sería demasiado tarde y por otra parte imperdonable, descubrir nuestra verdadera pasión alcanzada ya una edad donde no podamos emplear el vigor de una excelente juventud.

Si siempre lees lo mismos, comes la misma comida, ves los mismos programas de TV y escuchas los mismos programas de radio, hablas con tus amigos de los mismos temas y escuchas la misma música... ¿no crees que quizás te estés perdiendo algo que ni siquiera sabes que existe?. No es cuestión de ser de letras o de ciencias, se trata de seguir disfrutando aprendiendo cosas nuevas, vengas de donde vengas.

lunes, 12 de abril de 2010

Frugalidad

No viene mal de vez en cuando rescatar algunas palabras del olvido, usadas antaño con bastante asiduidad pero hoy condenadas al destierro. Aunque... ¿quién sabe?, puede que por la crisis imperante recuperen la popularidad de otros tiempos. Una de ellas es sin duda frugalidad; la escuché ayer por teléfono y pese a que ya me había encontrado con ella en algunas novelas, el oírla por vez primera me decidió por escribir esta reflexión. Como sinónimos de la misma tenemos: moderación, templanza, sobriedad, parquedad y temperancia; alguno más ha de haber pero con lo dicho resulta evidente entrever el significado. Así, a bote pronto, da la impresión de ser o una palabra para ser mencionada en un sabio consejo por los más experimentados, que no más viejos, o el remedio que le queda al pobre de afrontar su cotidianidad austera y sufridamente. Pues... ni tanto ni tampoco reflexiono yo; aún desconociendo su existencia podríamos hacerla nuestra, un modus vivendi basado en el concepto, y de hecho muchos la desconocen pero la aplican en sí mismos y otros saben de ella pero no abandonan el exceso.

La resaca viene por no hacer caso de la frugalidad en la ingesta de alcohol, pues el disfrute de una copa o cerveza con calidad no trae consecuencias a la mañana siguiente. Las pesadas digestiones son consecuencia también de ignorar a nuestra amiga, porque de su caso omiso se pasa de alimentar o nutrir a la gula, produciendo dolores estomacales. El picor de ojos, por excesiva lectura o pasión por la pantalla, según se mire; y así, podríamos continuar enumerando hasta el infinito y algo más el resultado de desobedecer el postulado de palabra tan insigne.

Hazla tuya y si es preciso cásate con ella, pues te aportará mucho más que los excesos y el comportamiento impetuoso e irreflexivo. Ojalá no hubiese desatendido sus razones cuando más necesitaba hacerlo, pero bueno... siempre estamos a tiempo de volver con ella porque sabe apreciar a quien la estima en buena suma. Facilita la consecución de objetivos a la larga y mejora de paso nuestra hoy en día incierta economía. Ya sabes... palabras así siempre será bueno tenerlas bien presentes, y otras tantas que iremos encontrando por el camino; y si no, las crearemos.

domingo, 11 de abril de 2010

¿Somos realmente dueños de nuestro tiempo?

Me refiero a si cuando tenemos algo de tiempo libre entre el trabajo y las obligaciones, lo aprovechamos como debiéramos sacándole todo el partido posible, o por el contrario nos dejamos arrastrar por unas necesidades creadas de la nada bastante cuestionables. Un claro ejemplo de ello viene a ser cómo la actual era de la tecnología absorve por completo horas y horas la infancia de muchos, y la madurez de otros tantos. Recuerdo con bastante nostalgia aquellos tiempos, sin móviles, ordenadores y sólo dos cadenas de televisión. Las canchas deportivas siempre atestiguaban a diario partidos de fútbol, baloncesto, balonmano, etc... Los jóvenes sudaban, hacían más ejercicio que ahora y las conversaciones eran por lo general dando la cara, sin chats, sms ni facebooks. Sin desviarme más de lo necesario, hoy quiero evocar a los lectroes una reflexión acerca de si hoy día somos capaces de romper con nuestra habitual rutina autoimpuesta y sedentaria para con el ordenador, en pos de algo nuevo y creativo. ¿Seremos capaces de hacerlo?. ¿No sería mejor admitir nuestra adicción y así comenzar a corregir el problema, volver a ser dueños de nuestro tiempo?. ¿Por qué ahora tenemos que estar tan pendientes de una máquina o inclusive de una programación televisiva para contentarnos?.
No tengo nada en contra de los cambio actuales si redundan en un beneficio para nosotors, los consumidores. Tampoco me parece mal si la sociedad prefiere internet y sus mundos virtuales a la realidad de las realidades donde habitan, porque cada cual es libre de moverse por donde considere adecuado. Yo seguiré siempre apostando por las excursiones al aire libre, viendo la flora y la fauna de primera mano, no pixelada, y olvidándome por completo de si mi correo electrónico tiene entradas nuevas o el partido del milenio lo podré ver en abierto o no. También apostaré por la creatividad; de hecho cada entrada en el blog así pretende ser, y al mismo tiempo conocer otras culturas, nuevas formas de ver y entender el mundo, enriqueciéndome con nuevos conceptos que permitan a la creatividad dotarse de variopintos modelos y originales materiales para componer. ¿Acaso posteriormente no tendremos mejor juicio y obraremos en consecuencia, para aprovechar nuestro tiempo erigiéndonos en su verdadero dueño, que alimentando la rutina permaneciendo esclavos de nuestro propio ocio?. Te invito con esta entrada a salir victorioso de tus momentos de asueto.

sábado, 10 de abril de 2010

El placer de leer

De los placeres podríamos decir que hay tantas variantes como nuestros sentidos nos permitan interactuar con los demás. Cada cual experimenta variopintas sensaciones cuando se encuentra realizando algo que le gusta. Pues bien... hoy rindo tributo a uno de los placeres en vías de extinción según los tiempos que corren. Algo tan sencillo como tomar un libro entre tus manos, apreciar su peso y su tacto, el color y la textura de sus páginas, conocer en primera instancia sobre qué trata y más adelante, disfrutar acerca de lo que nos tiene que ofrecer.
A mí particularmente me gusta leer un poco después de comer, eso sí, combinando la lectura con un té preparado al efecto, encargado de facilitar la digestión. En un sillón cómodo, donde la espalda encuentre correcta postura y los pies puedan cruzarse de vez en cuando. Silencio sepulcral, iluminación adecuada y a ser posible ligeras temperaturas, para reconfortarnos más si cabe en la lectura. Me encanta, es mi mejor momento del día. Muchas veces llego a deleitarme tanto con algunas obras, que tengo que cerrar el libro por unos momentos, mirar al cielo resoplando pausadamente y volver a leer de nuevo, porque el éxtasis de pensamientos y reflexiones es tan repentino acompañado de una belleza expresiva única, que se hace necesario detenerse unos momentos y releer pausadamente. Aunque... cualquier hora del día siempre es buena para leer.
¿Qué ocurrirá cuando comiencen a implantarse los libros electrónicos?. Pues sinceramente no lo sé, ¿perderán encanto?, eso depende de cómo venga acompañada la obra (podría venir con una pequeña biografía de su autor, breves fragmentos de otras obras, etc...) para así contentar los ánimos de los nostálgicos del papel. De momento sólo puedo estar seguro de una cosa, lea lo que lea y cómo lo lea seguirá siendo para mí un placer enorme que estoy dispuesto a satisfacer, siempre que mis obligaciones me lo permitan claro. Si aún no has caído rendido a sus encantos, nunca es tarde para morder la manzana. Te condenarás a vivir en un mundo más gratificante.

viernes, 9 de abril de 2010

Fuerza y Honor

Desde tiempos inmemoriales el hombre ha luchado por lo que consideraba que valía la pena luchar. Muchos han pasado por el mundo sin pena ni gloria, pero otros hicieron de su existencia un compromiso con la eternidad, pues el eco de sus hazañas inundará por siempre la mente y el corazón de las generaciones venideras. No hay más que abrir cualquier libro de Historia, para darse cuenta de lo que supuso en su momento hacia sus contemporáneos la figura de Napoleón Bonaparte, Alejandro Magno, Julio César, etc... ¿Quién no se ha maravillado frente a semejantes personajes, sus gestas, aciertos y desaciertos?.
No obstante, esta entrada va encaminada hacia todas aquellas personas, y en especial a una en concreta, que tienen ante sí la posibilidad de establecer un punto de inflexión en sus vidas. Sí, la introducción de antes viene al caso porque nunca los mencionados libros de Historia recogerán cómo día tras día, millones de personas luchan por sobrevivir y hacen frente a las adversidades. Puede que nunca vuelva a haber una batalla como la de las Termópilas, donde los griegos frenaron lo suficiente el avance persa y así ganaron tiempo dando su vida para ofrecer una dubitativa oportunidad a los suyos. Y es muy probable también que no se necesiten tantos soldades y vidas humanas como antaño para ganar una guerra, pues el armamento nuclear es una realidad innegable y todos somos muy proclives a la hora de apretar botones rojos. Pero... de algo estoy completamente seguro, esas personas que luchan a diario para mejorar sus condiciones de vida y la de sus hijos, ante retos que para la gran mayoría son imposibles de realizar, demuestran un valor, un coraje y una templanza a la hora de abordarlos que bien merecen ser tratados como héroes. Quizás su anonimato los hace incluso mejores, porque la humildad que desprecia el afán innecesario de protagonismo es una virtud exclusiva de los más grandes.
Hoy pretendo dar aliento a aquellos que se encuentran mirando hacia lo alto de una ladera escarpada, preguntándose cómo podrán llegar a la cima cuando comienza a llover y a oscurecer. Pero no a todos, sino a los que después de haber planificado una ascensión como corresponde a la magnitud de la empresa, ser conscientes de sus puntos fuertes y sus puntos débiles, hacen caso omiso de las burlas y la incomprensión de los demás, incluso cuando comienza a hacer mal tiempo, son capaces de mirar al cielo frunciendo el ceño y de comenzar a sostenerse bajo únicament el agarre de algunos dedos de la misma mano si fuese necesario. Es a esas personas a quienes va dedicada esta entrada, o mejor no, mejor se la dedico a sus hijos, para que cuando crezcan un poco y tengan la facultad de comprender puedan leer cómo sus progenitores supieron sacrificarse y dar lo mejor de ellos mismos en el momento más oportuno. Algún día deberán conocer la historia, la que determinó su futuro y sus posibilidades para hacer frente a una existencia cada vez más complicada, por parte de las personas que más los quieren y más se preocupan por ellos. Y aunque la humildad de sus padres sea tal que no opten por contarles una bella historia de perseverancia, sacrificio, ilusión y por supuesto incertidumbre, al menos este blog dejará constancia ad eternum de que todo cambió a partir de tal día como hoy. Recuerden pues esta fecha: viernes nueve de abril de dos mil diez porque significó mucho para quienes lucharon con denuedo por un futuro con uds.
Y bueno, volviendo de nuevo a la fecha que nos ocupa redirigiendo mis palabras hacia sus verdaderos protagonistas, poco más puedo decir para darles ánimos. Todos son conscientes de la gran oportunidad que tienen por delante y estoy seguro de que quienes más lo merezcan estarán ahí, en el grupo de los elegidos. Otros sin embargo se desesperarán con el tiempo, y no serán capaces de aguantar la presión necesaria para solventar semejante proeza porque nunca se han esforzado como los demás.
Hubo un tiempo, y de esto no hace mucho, un locutor de radio comentaba cada vez que emitía su particular programa nocturno que se encontraba encantado y feliz como una lombriz. Por desgracia para todos esta persona murió repentinamente de un infarto al corazón cuando estaba en lo mejor de su carrera, publicando libros y disfrutando merecidamente de su mujer y su hijo. ¿No sería bonito el día que abandonemos este mundo y lo encontremos de nuevo, decirle orgulloso: yo también hice en vida lo que me hacía feliz, como tú?. Para él y su ejemplo de constancia va dedicada también esta entrada. ¡Fuerza y Honor!

jueves, 8 de abril de 2010

Tiempo para reflexionar

Nos levantamos temprano, algunos tarde, trabajamos o estudiamos, otros no, almorzamos y descansamos, muchos ni eso, volvemos a la rutina, el resto continúa igual, dormimos y finalizamos la jornada, otros lamentablemente no podrán. Bueno, el caso es que... ¿cuándo reflexionamos?. Según la Real Academia Española de la Lengua, el verbo reflexionar se refiere a considerar nueva o detenidamente algo. Tan sencillo como eso, ni más ni menos. Sólamente basta un pequeño momento, a veces incluso un instante, para hacernos a nosotros mismos algunas preguntas. ¿Va todo correcto?. ¿Estoy haciendo las cosas bien?. ¿Soy feliz y hago felices a los que me rodean?, etc...
La mayoría de las veces las preguntas digamos más complicadas de responder (porque es muy difícil ser sincero con uno mismo) surgen en momentos de grandes cambios. Como por ejemplo una ruptura sentimental, la muerte de un ser querido, una boda, el nacimiento de tu primer hijo, etc... Pero, ¿es necesario llegar a tales extermos para cuestionarse cosas cotidianas del día a día?. Porque vale... no vas a estar tampoco todo el día preguntándote por los misterios del Universo, el más allá o si hay vida en otros planetas pero... ¿acaso hay vida dentro de tu propia vida?, ¿te importa más el más allá que el más acá?, ¿has resuelto el misterio de porqué andas siempre triste vagando por el Universo?.
Soy optimista y tengo esperanzas de que se pueda conseguir, olvidarnos por algún tiempo de todas y cada una de esas formas absurdasy lamentables de perder el tiempo; ya sea haciendo zapping frente al televisor entre vomitivos programas, o pensando que a causa del mal tiempo no se nos ocurre nada mejor que ponernos de mal humor y esperar a que cambie, sin pensar en otras alternativas que la playa en verano sí o sí. Al menos estaré satisfecho si después de leer esta humilde entra en el blog, cuando te vayas a dormir, pienses un poco en todo esto. Hoy en día nuestro ajetreado ritmo de vida nos impide siquiera pararnos a pensar por un momento si andamos por el camino correcto, o si por el contrario estaremos abocados a un túnel frío y oscuro sin salida llamado frustración. Es por eso que siempre pensaré lo mismo; ¿el mejor tiempo invertido?, el de la reflexión. De todas todas.

miércoles, 7 de abril de 2010

Los actos deben estar por encima de las palabras

Hoy pretendo reflexionar acerca de una frase atribuida al celebérrimo filósofo chino Confucio: "Un caballero se avergüenza de que sus palabras sean mejores que sus actos".
Si somos sinceros con nosotros mismos y hacemos examen de conciencia, nos daremos cuenta de que muchas veces se nos van la fuerza y las ganas de realizar cosas por la boca. Pasamos mucho tiempo preparando una estrategia para luego darnos cuenta de que muy poco o prácticamente nada hemos hecho. Disfrutamos enormemente haciendo horarios imposibles de cumplir o comentando a los demás nuestras ansias, anhelos y deseos. Cuando pasado un tiempo esas personas nos preguntan por nuestras promesas, rápidamente sonreímos y le quitamos importancia echando la culpa a la falta de tiempo o cualquier otra eventualidad. Somos así, qué le vamos a hacer... ¿Quién no ha mirado al lejano horizonte después de una dura jornada de senderismo y ha prometido comprometer su vida con la Naturaleza?. ¿Acaso no perjuramos hasta la saciedad no volver a caer en los errores del pasado, y aún así tropezamos de nuevo en la misma piedra?. Sencillamente es la condición humana, esclava por siempre de sus deseos y a quien los juramentos y promesas no le afectan porque no dejan de ser, al fin y al cabo, solo palabras.
Cualquier empresa propuesta desde las más nobles intenciones fracasará en su desarrollo, si las palabras ganan terreno a los actos. A veces no se puede evitar, contagiamos a los demás de nuestras ilusiones pero a la hora de llevarlos a cabo... Propongo una solución, o al menos una forma de evitar contínuamente remordimientos por volver a fracasar en el empeño, y además muy fácil de cumplir, siempre y cuando haya disposición por supuesto. Se trata de que cuando hablemos de grandes logros o grandes hazañas donde seamos los protagonistas, lo hagamos siempre en pasado. Me explico: no es lo mismo decir que yo bajaré tantos kilos de peso y tendré un cuerpo escultural que un día, frente al espejo, vea logradas mis inteciones y entonces pueda decir que lo he logrado. Y así con todo, más vale estar orgullosos de habelo hecho y así hacérselo saber a quien pregunte que estar siempre hablando del volátil futuro.
Mi consejo: a partir de ahora procura hablar en pasado.

martes, 6 de abril de 2010

Respetarse a sí mismo

Si no te respetas a ti mismo, ¿cómo quieres que los demás vayan a respetarte?...; así me dijo hoy mismo uno de los mejores amigos que he tenido. Y no le falta razón. Muchas veces tendemos a caer en la trampa de agradar a los demás aún a costa de bajarnos los pantalones. La mayoría de casos se dan sobre todo para con las mujeres, siendo éstas artífices de los más ingeniosos métodos para obtener rápidos beneficios... (por supuesto no todas).
Pero bueno, la cuestión en este momento es reflexionar sobre la línea que separa el ayudar a los demás, ser buena persona como comúnmente se conoce y luego por el contrario, permitir a determinados seres aprovecharse de nosotros cuando necesiten desesperados nuestra ayuda. Ahí está la diferencia, que no siempre se ve de una forma tan clara como la estoy presentando sino que siempre viene envuelta de... no sé como llamarlo (mezcla de sentimientos encontrados quizás).
Se hace necesario tarde o temprano hacer inventario de nuestros verdaderos amigos, conocidos, colegas, colegas de colegas y así todos y cada uno de los conocidos nuestros. Con gran sangre fía y dejando los sentimientos a un lado llamar a cada uno por su nombre, evitando mezclar por supuesto pasado y presente. A medida que transcurra el tiempo dar por cierto o por falso nuestras pesquisas, poniendo a cada uno en su sitio sin dar ni quitar más de lo que ellos por su comportamiento demostrado hacia nosotros han merecido. Y por último, y puede que lo más complicado, llevar a cabo el dictado de la razón y no dejarse llevar por adulaciones ni evocaciones a un pasado en común, apartando de nuestro lado a esas personas y logrando así respetarnos en primer lugar a nosotros mismos, dando a entender que con nosotros no se juega.
No obstante, tampoco es bueno ser totalmente inflexibles, siempre y cuando la dejadez en la relación haya sido mutua. Sólo en este caso, se permite una cierta condescendencia pero el afecto, sin lugar a dudas, deberá ser inmediatamente valorado por ellos y al mismo tiempo correspondido. Y... después de todo, ¿no llegamos a la conclusión de que es más fácil respetar a los demás que a nosotros mismos?. Quién sabe...