miércoles, 24 de marzo de 2010

Iniciar una relación

Resulta curioso comprobar cómo cambiamos nuestra forma de pensar y de actuar según nuestro estado de ánimo. Cuando nos encontramos solteros, sin ninguna posible pareja a la vista, es muy fácil tener las ideas claras respecto a nuestro modo de actuar. Si por ejemplo necesitamos de alguien a nuestro lado para no sentirnos tan solos y de paso algún que otro encuentro sexual, siempre que la otra persona esté de acuerdo pues fenomenal. No obstante, si desde el comienzo de la relación se puede vislumbrar un futuro prometedor en compañía de un ser especial, ya no nos guardamos nada y lo ofrecemos todo. Entonces... ¿dónde está el problema?.
Pues radica en que cuando hay sentimientos de por medio, aunque no sean sublimes ni excelsos, la razón pierde su protagonismo. Pasamos de iniciar una supuesta aventura para luego darnos cuenta de que esa persona vale mucho más de lo que pensábamos, y viceversa. Yo siempre me he considerado una persona íntegra dentro de unos límites, y procuro ponerme muchas veces en el lugar de la otra persona, máxime cuando hay sentimientos de por medio. Es por eso que unas veces tomo las decisiones adecuadas a tiempo y así evito males mayores, y otras en cambio, peco de imbécil e ingenuo.
Eso sí, después de darle muchas vueltas a la cabeza, procuraré respetar y actuar conforme al resultado de mis reflexiones para con este asunto: en primer lugar hacer un esfuerzo titánico para no estar todo el día pensando en lo mismo, luego esperar a que la otra persona muestre también algo de interés porque no se trata de ser yo el que llame y vaya a visitarla. A continuación dejar pasar algo de tiempo para aclararme las ideas y no dejar de hacer todo aquello que venía haciendo hasta el momento. ¿Seré capaz de cumplir y llevar a cabo mis intenciones?. Eso espero, aunque cuando hay sentimientos de por medio, ya se sabe...

martes, 16 de marzo de 2010

En la cumbre de la grandeza

Imagínate por un momento que todo comienza a salirte bien. Empiezas a encadenar una serie de éxito tras otro sin parar. Incluso, aquello que ni siquiera soñaste se convierte en realidad. ¿Cómo llegarías a sentirte?.
Como dijo Napoleón Bonaparte: La ambición no se detiene ni en la cumbre de la grandeza. No obstante, para llegar a disfrutar de nuestas conquistas es necesario un periodo de reflexión, una tregua para con nosotros mismos. Tener ambiciones está muy bien, pero hay que saber ponerles freno. Cuando logramos nuestas metas siempre miramos hacia adelante, justo lo contario de cuando fracasamos, sin embargo debemos analizar lo más objetivamente posible cada desenlace y extraer las conclusiones oportunas. Ganar hoy no significa ganar con facilidad mañana. Debemos ser humildes y nunca olvidar que detrás de cada victoria nuestra mucha otra gente ha participado de alguna manera. Gracias a sus palabras de consuelo en los momentos más difíciles y también a su valiosa ayuda somos lo que somos y de hecho, pocas cosas puede un hombre conseguir de forma herméticamente individual. Olvidarse a menudo del papel de los demás en nuestros éxitos implica sobrevalorarnos nosotros mismos, si bien tampoco debemos pecar de humildad concediendo medallas al resto por nada.
No se trata de llegar a la grandeza, es cuestión de mantenerse. ¿De qué serviría perder lo que con tanto esfuerzo ha costado si nos creemos invencibles y bajamos la guardia?. ¡Ay la vanidad!, esa musa dispuesta a hacer perder el juicio de la razón. Mucho cuidado con ella.

sábado, 13 de marzo de 2010

Sobre los Principios

¿Realmente llegamos a tener principios?, ¿cómo se forman?. Últimamente he estado conversando sobre el tema y pienso comentar mi opinión sincera: los Principios son para los que dispongan de una buena economía. Me explico; cuando no tienes trabajo y ves cómo mucha gente a tu alrededor progresa por falta de Principios, ¿cómo te sientes?. Pues mal, muy mal y además como un completo capullo. No me refiero ahora a hacer daño a nadie a cambio de dinero, ni tampoco robar, vender estupefacientes, etc... Me refiero a que en este país lleno de sinvergüenzas, enchufados, políticos mamones y corruptos y demás calaña, parece que si vas por lo legal y piensas desarrollarte como persona sin hacerle la pelota a nadie, resulta imposible.
Todos estamos ya bastante cansados de ser buenas personas y aguantar cómo los gobernantes empresarios se aprovechan de una sociedad capitalista para seguir manteniendo sus privilegios. Lo siento pero a partir de ahora el fin justifica los medios y mi Principio es que no tengo ninguno (al menos de momento). Si los compañeros de trabajo va de zorros y puñaladas, pues espérate tú cuando los ponga en su sitio, ¿quieren guerra?, pues la tendrán. Eso de ir a tu rollo es muy bonito pero cuando se meten con uno la cosa cambia. Está claro que paso de comerme la cabeza sobre si las cosas no tendrían por qué ser así, de mis fallos en la vida y si merezco esto o estoy pidiendo demasiado. Se acabó ir de víctima. Estoy emputado y si la vida es un sálvense quien pueda, pues no pienso tocar el violín como hicieron los músicos del Titanic, cogeré el primer remo que encuentre y le abro la cabeza al más espabilado. Que mientras pueda estar a salvo en un bote salvavidas el resto del barco que se las entienda. Pero claro, entonces soy un egoísta y un miserable por no pensar en los demás. ¿Sabes lo que te digo?, tú mismo. Nos vemos en las rebajas.

miércoles, 10 de marzo de 2010

¿Sólo o acompañado?

Parece que estamos condenados a añorar lo contrario de nuestra situación actual. En el caso de estar solteros, ¿dónde podríamos encontrar esa pareja...?. Y sin embargo, la libertad o libertinaje, según los casos, se echa de menos dentro de la convivencia.
Cuando se trata de decidir si vale más la pena encontrarnos en uno u otro estado, ¿está bien formulada la pregunta?. ¿Es cuestión de ventajas o inconvenientes?. ¿Debemos escuchar al corazón y dejarnos aconsejar por él?. Últimamente he comprobado cómo ciertas ideas preconcebidas chocan frontalmente con la realidad....
Ahí estas tú, dispuesto a ejecutar un papel a la espera de excitantes beneficios. Mientras dura la función, olvidas tu parlamento y empiezas a ser lo que tú eres, sin personajes secundarios ni efectos especiales. Te das cuenta de algo, quizás estés equivocado pero cierta naturalidad sugiere lo contrario. La otra persona no interpreta ningún guión, y por eso te encuentras desconcertado. Otra vez sólo, acompañado únicamente por tus reflexiones. Fuiste a comerte el mundo pero éste se volvió y te miró directamente a los ojos, dejando entrever lo inalcanzable que resulta a veces. Ni los espejos deberían copiarte...
Pero bueno, no todo tiene por qué ser tan dramático, siempre hay tiempo para la esperanza. Y ésta seguro que viene acompañada por alguien muy especial.

lunes, 8 de marzo de 2010

Despertar la duda

Siempre es importante tener ideales. Al menos ciertas opiniones formadas por nosotros mismos en base a la experiencia y al diálogo con los demás. Así, según nuestros criterios, tomaremos decisiones más o menos acertadas con el paso del tiempo.
Es bueno estar seguro de uno mismo, lo que comúnmente se conoce como tener las cosas claras. No es fácil de conseguir; lleva tiempo, sacrificio, fuerza de voluntad y grandes dosis de paciencia. Podríamos incluso llegar a ver en una persona de tales características un ejemplo a seguir. Yo por mi parte he sentido verdadera admiración cuando he tenido la oportunidad de conversar con alguna, comprobando su espíritu firme y decidido.
Aunque, puede que visto de otro modo, quizás para lograr una vida repleta de satisfacciones personales convendría no estar tan seguros de todo. Me explico: muchas veces damos por ciertas algunas verdades inmutables que a lo mejor no lo son tanto. Cuestiones como nuestra visión del mundo, las relaciones con nuestros seres queridos, amar y ser amados en sus múltiples variantes, etc... precisamente están abocadas al cambio perpetuo y deben ser cuestionadas en tanto no hallemos felicidad en ellas.
La duda es mucho más fecunda que la certeza, porque nos mantiene alerta para cambiar de rumbo y estrategia a tiempo, evitando amarguras y sinsentidos. Estar seguros de algo de lo que no se puede estar seguros es caer en una contradicción, y por eso invito a despertar la duda como forma de liberarnos de prejuicios y ataduras.
Reflexión nacida de la frase: La duda es mucho más fecunda que la certeza del artículo de Carmen Posadas; El pensamiento en 'pack', en la revista XLsemanal

jueves, 4 de marzo de 2010

La falsedad

La falsedad es a decir verdad, una cualidad innata en el ser humano. Cada día, en función de nuestras relaciones interpersonales, en mayor o menor medida somos falsos, unas veces por inercia, otras por costumbre y las más por protocolo.
Voy a romper una lanza a favor de la falsedad, entendiendo la misma como un mecanismo para lograr nuestros deseos, evitar males mayores y convivir en relativa armonía.
¿Acaso de pequeños, no desarrollábamos un comportamiento ejemplar para con nuestros padres esperanzados en obtener un presente inmediato?. ¿Acaso decimos lo que pensamos y nos comportamos como decimos?. Por no mencionar la religión, donde es muy fácil acudir el primero a los actos pero luego seguir los preceptos...
Supongo que podemos establecer una división entre la falsedad sana y la maligna. La primera ayuda a sortear las emboscadas y puñaladas del trabajo; se hace necesaria en sociedad, no persigue el lucro sino la autodefensa, cubrir nuestras espaldas. En cambio la otra persigue el interés económico, es amante del poder y está presente en la cama.
Ya va siendo hora de dejar de ser hipócritas con nosotros mismos reconociendo nuestras falsedades. De algunas podremos llegar incluso a sentirnos orgullosos, aunque tampoco conviene perder el norte rebasando ciertos límites éticos y morales.
¿Serías sincero al decirle a un apreciado familiar lo horrible que le ha quedado el plato principal del almuerzo?. ¿Cuando no llegas al orgasmo y tu pareja anda algo preocupado por satisfacerte; por una noche no podrías hacer una excepción para subirle el ánimo?. ¿Es tu hijo el más guapo e inteligente del mundo?. ¿Tan bien te cae tu jefe?. En fin...

martes, 2 de marzo de 2010

Los estereotipos

Según la Real Academia Española de la Lengua el estereotipo se define como: imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o sociedad con carácter inmutable.
En base a la definición me asaltan las siguientes reflexiones: ¿la idea aceptada comúnmente la impone la moral, la religión,... o se impone por sí misma y luego es tenida en cuenta?. ¿Por qué es con carácter inmutable; acaso no permite una evolución?. Eso de aceptada comúnmente... ¿cómo debería interpretarse?.
Venga, pongamos unos ejemplos para enredarlo un poco más. Imaginemos una chica joven, de unos 15 años, vistiendo no como a ella le gustaría sino como visten sus amigas. Pero resulta que no se conforman con ropa sencilla sino es imperativo vestir de marca, respetando la moda. Como sus recursos económicos son limitados estamos ante el primer dilema. ¿Tiene sentido formar parte de un estereotipo para encajar con los demás, aún a costa de grandes sacrificios?. ¿Podrían llegarla a aceptar si no respeta la vestimenta del grupo?. ¿Debería iniciar una revolución en contra de la superficialidad o simplemente cambiar de amigas?. ¿Acaso es tan fácil esto último?.
Ahora, se trata de un caballero de alta alcurnia con un corazón de oro. Disfruta de la sencillez de la lectura y agradables conversaciones. No malgasta su hacienda en lujosas prendas ni es amante de aparentar. ¿Nos sorprendería ver cómo el caballero desata una ola de murmullos cuando hace su aparición en actos públicos?. ¿Por qué es así?. ¿Cambiará la situación algún día?.
Hasta el momento, sólo he comprometido al estereotipo con la vestimenta (lo más usual y se refiere a la imagen), pero ¿cómo podemos llegar a saber cuál es la idea aceptada comúnmente si todos pensamos diferente en mayor o menor medida?. ¿Tendrá algo que ver la televisión?.
¿La sociedad crea sus estereotipos o los estereotipos crean su sociedad?.