miércoles, 24 de marzo de 2010

Iniciar una relación

Resulta curioso comprobar cómo cambiamos nuestra forma de pensar y de actuar según nuestro estado de ánimo. Cuando nos encontramos solteros, sin ninguna posible pareja a la vista, es muy fácil tener las ideas claras respecto a nuestro modo de actuar. Si por ejemplo necesitamos de alguien a nuestro lado para no sentirnos tan solos y de paso algún que otro encuentro sexual, siempre que la otra persona esté de acuerdo pues fenomenal. No obstante, si desde el comienzo de la relación se puede vislumbrar un futuro prometedor en compañía de un ser especial, ya no nos guardamos nada y lo ofrecemos todo. Entonces... ¿dónde está el problema?.
Pues radica en que cuando hay sentimientos de por medio, aunque no sean sublimes ni excelsos, la razón pierde su protagonismo. Pasamos de iniciar una supuesta aventura para luego darnos cuenta de que esa persona vale mucho más de lo que pensábamos, y viceversa. Yo siempre me he considerado una persona íntegra dentro de unos límites, y procuro ponerme muchas veces en el lugar de la otra persona, máxime cuando hay sentimientos de por medio. Es por eso que unas veces tomo las decisiones adecuadas a tiempo y así evito males mayores, y otras en cambio, peco de imbécil e ingenuo.
Eso sí, después de darle muchas vueltas a la cabeza, procuraré respetar y actuar conforme al resultado de mis reflexiones para con este asunto: en primer lugar hacer un esfuerzo titánico para no estar todo el día pensando en lo mismo, luego esperar a que la otra persona muestre también algo de interés porque no se trata de ser yo el que llame y vaya a visitarla. A continuación dejar pasar algo de tiempo para aclararme las ideas y no dejar de hacer todo aquello que venía haciendo hasta el momento. ¿Seré capaz de cumplir y llevar a cabo mis intenciones?. Eso espero, aunque cuando hay sentimientos de por medio, ya se sabe...

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