martes, 6 de abril de 2010

Respetarse a sí mismo

Si no te respetas a ti mismo, ¿cómo quieres que los demás vayan a respetarte?...; así me dijo hoy mismo uno de los mejores amigos que he tenido. Y no le falta razón. Muchas veces tendemos a caer en la trampa de agradar a los demás aún a costa de bajarnos los pantalones. La mayoría de casos se dan sobre todo para con las mujeres, siendo éstas artífices de los más ingeniosos métodos para obtener rápidos beneficios... (por supuesto no todas).
Pero bueno, la cuestión en este momento es reflexionar sobre la línea que separa el ayudar a los demás, ser buena persona como comúnmente se conoce y luego por el contrario, permitir a determinados seres aprovecharse de nosotros cuando necesiten desesperados nuestra ayuda. Ahí está la diferencia, que no siempre se ve de una forma tan clara como la estoy presentando sino que siempre viene envuelta de... no sé como llamarlo (mezcla de sentimientos encontrados quizás).
Se hace necesario tarde o temprano hacer inventario de nuestros verdaderos amigos, conocidos, colegas, colegas de colegas y así todos y cada uno de los conocidos nuestros. Con gran sangre fía y dejando los sentimientos a un lado llamar a cada uno por su nombre, evitando mezclar por supuesto pasado y presente. A medida que transcurra el tiempo dar por cierto o por falso nuestras pesquisas, poniendo a cada uno en su sitio sin dar ni quitar más de lo que ellos por su comportamiento demostrado hacia nosotros han merecido. Y por último, y puede que lo más complicado, llevar a cabo el dictado de la razón y no dejarse llevar por adulaciones ni evocaciones a un pasado en común, apartando de nuestro lado a esas personas y logrando así respetarnos en primer lugar a nosotros mismos, dando a entender que con nosotros no se juega.
No obstante, tampoco es bueno ser totalmente inflexibles, siempre y cuando la dejadez en la relación haya sido mutua. Sólo en este caso, se permite una cierta condescendencia pero el afecto, sin lugar a dudas, deberá ser inmediatamente valorado por ellos y al mismo tiempo correspondido. Y... después de todo, ¿no llegamos a la conclusión de que es más fácil respetar a los demás que a nosotros mismos?. Quién sabe...

No hay comentarios:

Publicar un comentario