martes, 27 de abril de 2010

Elogios al lienzo desnudo

Dignas de elogiar, sean todas aquellas obras de arte merecedoras de encomio por su belleza en la composición, evocación de sentimientos varios y clara cuenta de sus intenciones. Precipitarse a otorgar la eternidad de alabanzas no conviene, pues ganaría un brillo injusto lo que debería refulgir por sí mismo. Y ahí es adonde voy con esta mi reflexión. Una obra de arte, calificada como tal, debe verse libre de especulaciones que acrecienten su valor, ha de poder causar admiración allá donde camine, sobreponerse a las modas y sobrevivir al olvido de tanta colección en serie; lo demás son elogios al lienzo desnudo.

¿Cuántas veces hemos despertado en los demás y a su vez sido víctimas, de una sobrecogedora expectación por un libro, una película, un cuadro o un artículo; sin hacer honor luego tales elementos a las buenas críticas recibidas?. ¿Tendrá la culpa el marketing o la pluma del escritor, el ignorante expectador que ha pagado un dineral por ir al cine o las pocas luces del director unido a la falta de un guión decente, la sala principal del MOMA destacando un rectángulo amarillo con manchas bermellonas o la sangre como elemento primigenio de una cultura en los albores de su existencia (de ahí el color áureo del astro rey) que nadie ha entendido, la opinión de un jubilado amigo del redactor jefe opinando sobre los jóvenes que son unos vagos o el que aparezca en la sección central de críticas?. Todo lo del MOMA era broma eh...

Con gran disgusto y pesadumbre veo cómo todos los días acaparan fama ciertos artistas new age, que tendrán una visión de la realidad seguramente más... vamos a decir transgresora que el resto de los simples mortales, pero en nada llegan a equipararse a los grandes maestros de antaño. Sufren del mal de las multitudes o adicción al barullo y peloteo, viajan constantemente en busca de la inspiración divina, dan por sentado ciertos preceptos alejados del entendimiento común e incluso buen gusto; y así nos va con ellos. Por favor, hago un llamamiento a la cordura; quien desee probar las mieles del éxito en cualquier variante de composición artística, no se haga el entendido en dar valor al humo, procure pasar más tiempo afinando el instrumento y crear buenas partituras. Nuestros oídos lo agradecerán.

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