viernes, 9 de abril de 2010

Fuerza y Honor

Desde tiempos inmemoriales el hombre ha luchado por lo que consideraba que valía la pena luchar. Muchos han pasado por el mundo sin pena ni gloria, pero otros hicieron de su existencia un compromiso con la eternidad, pues el eco de sus hazañas inundará por siempre la mente y el corazón de las generaciones venideras. No hay más que abrir cualquier libro de Historia, para darse cuenta de lo que supuso en su momento hacia sus contemporáneos la figura de Napoleón Bonaparte, Alejandro Magno, Julio César, etc... ¿Quién no se ha maravillado frente a semejantes personajes, sus gestas, aciertos y desaciertos?.
No obstante, esta entrada va encaminada hacia todas aquellas personas, y en especial a una en concreta, que tienen ante sí la posibilidad de establecer un punto de inflexión en sus vidas. Sí, la introducción de antes viene al caso porque nunca los mencionados libros de Historia recogerán cómo día tras día, millones de personas luchan por sobrevivir y hacen frente a las adversidades. Puede que nunca vuelva a haber una batalla como la de las Termópilas, donde los griegos frenaron lo suficiente el avance persa y así ganaron tiempo dando su vida para ofrecer una dubitativa oportunidad a los suyos. Y es muy probable también que no se necesiten tantos soldades y vidas humanas como antaño para ganar una guerra, pues el armamento nuclear es una realidad innegable y todos somos muy proclives a la hora de apretar botones rojos. Pero... de algo estoy completamente seguro, esas personas que luchan a diario para mejorar sus condiciones de vida y la de sus hijos, ante retos que para la gran mayoría son imposibles de realizar, demuestran un valor, un coraje y una templanza a la hora de abordarlos que bien merecen ser tratados como héroes. Quizás su anonimato los hace incluso mejores, porque la humildad que desprecia el afán innecesario de protagonismo es una virtud exclusiva de los más grandes.
Hoy pretendo dar aliento a aquellos que se encuentran mirando hacia lo alto de una ladera escarpada, preguntándose cómo podrán llegar a la cima cuando comienza a llover y a oscurecer. Pero no a todos, sino a los que después de haber planificado una ascensión como corresponde a la magnitud de la empresa, ser conscientes de sus puntos fuertes y sus puntos débiles, hacen caso omiso de las burlas y la incomprensión de los demás, incluso cuando comienza a hacer mal tiempo, son capaces de mirar al cielo frunciendo el ceño y de comenzar a sostenerse bajo únicament el agarre de algunos dedos de la misma mano si fuese necesario. Es a esas personas a quienes va dedicada esta entrada, o mejor no, mejor se la dedico a sus hijos, para que cuando crezcan un poco y tengan la facultad de comprender puedan leer cómo sus progenitores supieron sacrificarse y dar lo mejor de ellos mismos en el momento más oportuno. Algún día deberán conocer la historia, la que determinó su futuro y sus posibilidades para hacer frente a una existencia cada vez más complicada, por parte de las personas que más los quieren y más se preocupan por ellos. Y aunque la humildad de sus padres sea tal que no opten por contarles una bella historia de perseverancia, sacrificio, ilusión y por supuesto incertidumbre, al menos este blog dejará constancia ad eternum de que todo cambió a partir de tal día como hoy. Recuerden pues esta fecha: viernes nueve de abril de dos mil diez porque significó mucho para quienes lucharon con denuedo por un futuro con uds.
Y bueno, volviendo de nuevo a la fecha que nos ocupa redirigiendo mis palabras hacia sus verdaderos protagonistas, poco más puedo decir para darles ánimos. Todos son conscientes de la gran oportunidad que tienen por delante y estoy seguro de que quienes más lo merezcan estarán ahí, en el grupo de los elegidos. Otros sin embargo se desesperarán con el tiempo, y no serán capaces de aguantar la presión necesaria para solventar semejante proeza porque nunca se han esforzado como los demás.
Hubo un tiempo, y de esto no hace mucho, un locutor de radio comentaba cada vez que emitía su particular programa nocturno que se encontraba encantado y feliz como una lombriz. Por desgracia para todos esta persona murió repentinamente de un infarto al corazón cuando estaba en lo mejor de su carrera, publicando libros y disfrutando merecidamente de su mujer y su hijo. ¿No sería bonito el día que abandonemos este mundo y lo encontremos de nuevo, decirle orgulloso: yo también hice en vida lo que me hacía feliz, como tú?. Para él y su ejemplo de constancia va dedicada también esta entrada. ¡Fuerza y Honor!

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